Quién no ha entrado alguna vez en un ascensor “apestado” de olor a perfume? o quién no ha sentido una bofetada de olor al entrar en una perfumería?
Para los que no soportamos los olores tan fuertes y artificiales nos resulta muy difícil caminar por la calle sin tener que oler necesariamente el perfume de moda que lleva la señora que camina delante de ti.
Y yo me pregunto, esto no es una invasión de nuestro espacio olfativo?
El hombre es capaz de discriminar entre dos mil y cuatro mil olores, esto es gracias al epitelio nasal que está ubicado en el techo de la cavidad nasal y contiene cerca de 20 millones de células olfatorias especializadas que, al parecer, reaccionan a los olores (sustancias químicas) presentes en el aire.El epitelio olfatorio reacciona según se cree a unas 50 sustancias. Las mezclas de esas sensaciones olfatorias primarias generan el amplio espectro de olores que somos capaces de percibir generando en nosotros toda una serie de reacciones emocionales: de placer, aversión, miedo, angustia, etc..
Te has parado a pensar como huele el tomillo que pisas cuando paseas por el campo, o el olor de la tierra cuando está a punto de llover, o la hierba recién segada? Estos son olores naturales en los que el hombre no ha podido intervenir todavía.
Los perfumes y colonias que compramos habitualmente están en tela de juicio por sus posibles efectos nocivos sobre nuestra salud y la del planeta en el que vivimos.
Pero, son seguras estas sustancias químicas que impregnan y contaminan el aire que respiramos?
Cada año lanzamos al medio ambiente 100.000 sustancias químicas de nueva generación que no han sido evaluadas para comprobar su inocuidad a medio y largo plazo. Estas sustancias son bioacumulables (se acumulan en los tejidos de seres humanos y animales, sobre todo en hígado y riñones) y no degradables, esto significa que los mecanismo naturales de degradación no son capaces de eliminarlas.
La exposición a estos compuestos químicos, tal y como demuestran numeroso estudios científicos, está relacionada con el incremente de enfermedades del sistema reproductor y endocrino, determinados cánceres, alergias y asma.
Pero cómo podemos protegernos y proteger a nuestros niños de la exposición a estas sustancias peligrosas? A parte de intentar utilizar productos que no contengan estos contaminantes el único camino es estar informado y exigir a nuestros gobernantes que pongan en marcha mecanismos que sustituyan estas sustancias por alternativas más seguras.
Desde aquí os invito a consultar para mas información la página web de greenpeace donde se recogen los resultados de varios informes sobre sustancias contaminantes, de especial interés son la casa química guía para comprar sin tóxicos, que os podéis descargar gratuitamente, o informe eau de tóxicos. Interesante también la página http://www.vigitox.org/.
Sustancias peligrosas:
Ftalatos: se usan normalmente como plastificantes en productos de PVC, como materiales de construcción y mobiliario, suelos, envases alimentarios, juguetes, prendas de ropa, interiores de automóviles, cables y gran variedad de dispositivos médicos como bolsas de sangre. También se usan como disolventes, aceites lubricantes, fijadores, adhesivos, en pinturas, productos de sellado, revestimiento de superficies, insecticidas, detergentes, tintas de impresión, productos de cuidado del automóvil, jabones, champús, cremas de manos, esmaltes de uñas, cosméticos y perfumes.
En 2004 se prohibieron 3 ftalatos en productos infantiles porque podían alterar el sistema hormonal y el crecimiento de los niños, además de perjudicar los riñones, el hígado y los órganos reproductores. Estas sustancias siguen hoy día presentes en productos cosméticos como perfumes o lacas de uñas.
Almizcles sintéticos: son fragancias baratas y fáciles de producir que se añaden a los productos de cuidado personal y a los de limpieza doméstica, como detergentes par ropa, geles de ducha, jabones, cremas de manos o perfumes. Algunos almizcles también se utilizan en alimentación, ambientadores, tabaco de mascar, cebos de pesca, inciensos y en otros productos como herbicidas o explosivos.
Estas sustancias se acumulan en los tejidos de los seres vivos y se han encontrado como contaminantes de la sangre y la leche materna, actúan como disruptores hormonales, siendo capaces de interferir en el sistema hormonal de peces, anfibios y mamíferos.
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